Durante la conferencia inaugural, las instituciones co-organizadoras de las jornadas inauguraron oficialmente la Time Use Week (Semana internacional de los Horarios y el Tiempo). Tània Verge (Generalitat de Catalunya), Teresa Llorens (Diputación de Barcelona), Montserrat Ballarín (Área Metropolitana de Barcelona y Ayuntamiento de Barcelona) y Joan Francesc Pont (Barcelona Time Use Initiativefor a HealthySociety) destacaron la importancia de la colaboración entre instituciones para garantizar el derecho al tiempo como derecho de ciudadanía.
Todas las instituciones organizadoras compartieron el consenso sobre la necesidad de trabajar por el derecho al tiempo, puesto que es esencial para una sociedad más igualitaria, democrática, eficiente y sostenible. La situación actual de “pobreza de tiempo” refleja el hecho de que el derecho al tiempo se distribuye de manera desigual dependiendo del género, la clase de origen, la etnia y otros ejes de desigualdad. Las personas ponentes presentaron varias políticas ya existentes para garantizar el derecho al tiempo, como el Pacto Metropolitano para promover políticas del tiempo en los municipios, programas de apoyo a personas cuidadoras y para promover la corresponsabilidad, programas de apoyo al cuidado de la infancia y personas mayores o la creación de una red catalana para el derecho al tiempo.
A continuación, la sesión sobre “el derecho al tiempo, una conquista pendiente por el siglo XXI?” estuvo centrada en reflexionar sobre cómo se pueden resolver las desigualdades actuales en los usos del tiempo. Emel Memis explicó el concepto de pobreza de tiempo, destacando que es un fenómeno de género y, por eso, es importante tenerlo en cuenta en el análisis de los datos de usos del tiempo para hacer visibles las diferentes dimensiones de la pobreza. Tanto Aslı Çoban, del PNUD Turquía, como Lina Gálvez, eurodiputada que presentó los resultados clave del informe Pobreza de las mujeres en Europa, destacaron la importancia de los informes, estudios estadísticos y las encuestas para hacer el problema más visible en todas sus dimensiones. Son necesarios para poder promover políticas públicas específicas que estén relacionadas con ámbitos económicos y laborales. Después de reflexionar sobre el concepto de pobreza de tiempo, Ulrich Mückenberger detalló el concepto de derecho al tiempo, definido como «la autodeterminación sobre el propio tiempo.» Destacó su importancia como derecho de la ciudadanía y cómo está implícito en ciertas políticas públicas nacionales y europeas, como la cláusula para conseguir cita antes de tres meses para ver a un médico especializado, el derecho de padres y madres a disponer de una guardería o el derecho a la desconexión.
Para continuar con la sesión, Diego Golombek, cronobiólogo de la Universidad de San Andrés (Argentina), destacó la importancia de la relación entre el tiempo disponible para dormir y su impacto en la salud. Cómo dormimos, por qué dormimos, cuando dormimos y cuánto dormimos son preguntas clave para descubrir esta relación. Es conocido que la privación de sueño tiene efectos negativos en la salud de las personas, en su estado de ánimo, en la capacidad de concentración y en el aprendizaje. Sin embargo, no es suficientemente conocido cuán valioso es dormir y descansar correctamente ni cómo afecta esto a las desigualdades. Yayo Herrero, antropóloga de la Cooperativa Garúa, reflexionó sobre la relación entre el tiempo, la pobreza y la sostenibilidad. Utilizando el concepto de «sostenibilidad de la vida», destacó cómo la crisis ecosocial actual y el cambio climático son una consecuencia de vivir en un ritmo acelerado que no corresponde a una vida sostenible. Esto provoca una colisión frontal entre los tiempos naturales y los tiempos hegemónicos (marcados por la explotación de los recursos naturales y el sistema económico actual). Finalmente, Sara Moreno, socióloga de la Universidad Autónoma de Barcelona, señaló que el 21% de la población se ve afectada por la pobreza de tiempo y, cuando se incluye la perspectiva de género, esto aumenta al 24%. Desde una perspectiva de género, es de especial interés cuando el uso del tiempo está vinculado al trabajo: las mujeres trabajan más en un día que los hombres, si consideramos que los hombres dedican más tiempo al trabajo remunerado (con reconocimiento social y económico) y las mujeres dedican más tiempo al trabajo no remunerado y no reconocido. Este es el núcleo duro de la pobreza de tiempo. Por lo tanto, las políticas públicas tienen que trabajar para convertir la obligación moral de cuidar en corresponsabilidad pública, responsabilidad social y responsabilidad ética.
Para terminar el primer día de la Semana, se presentó un plan común para acabar con el cambio horario en Europa. Ticia Luengo y Manuela Lipinsky, miembros de la Alianza Internacional para el Horario Natural (IANT, International Alliance for Natural Time), explicaron el plan de transición para acabar con lo Daylight Saving Time (DST). La propuesta ha sido desarrollada por un grupo de personas expertas que han trabajado juntas durante este último año para desarrollar una propuesta para la implementación de zonas horarias naturales en la Unión Europea. Esta implica alinear las zonas horarias de los distintos países lo más cerca posible de sus horas solares. Esto significa que cada país adoptará la zona horaria que refleje su situación geográfica, promoviendo así la salud, la economía, la seguridad y el medio ambiente.
El argumento clave para adoptar esta propuesta es que los horarios mal alineados aumentan la privación del sueño y el denominado jetlag social de la mayoría de la población, lo que se asocia con efectos negativos significativos en la salud humana, la economía y la seguridad. Martha Merrow, investigadora de la LMU y presidenta de la Sociedad Europea de Ritmos Biológicos, destacó por qué es importante acabar con el DST desde un punto de vista biológico y sanitario, explicando el funcionamiento del cronotipo y cómo el DST asegura la desalineación del reloj biológico. Utilizando los casos de Argentina y los Estados Unidos, Diego Golombek y Jay Pea, fundador de Save Standard Time, señalaron la importancia de las campañas de comunicación y sensibilización, destacando que la comunidad científica tendría que comunicar los efectos del DST sobre la población de una forma más pedagógica para aumentar la concienciación entre la ciudadanía y representantes políticos. Estos últimos son especialmente relevantes, dado que las zonas horarias se han definido según criterios políticos más que científicos o naturales. Para finalizar la sesión, Sophie Trampf, representando de la Dirección General de Transporte y Movilidad (DG MOVE) de la Comisión Europea (CE), evaluó positivamente la propuesta, puesto que cumple con los requisitos establecidos por la CE de respetar la unidad del mercado común.